miércoles, 16 de junio de 2010

The Second Sin


My family is proud and ancient. Our name is written in the hall of fame of heaven. Each offspring of the Alraun clan has been a beacon of hope for the world. The history of my kin has been written with the blood of the greatest warriors, the finest craftsmen, the most inspired poets and the boldest travellers. We are part of the fated victory of light against darkness.

And yet, I have failed. I have stained the roots of my bloodline. I have seen what must not be seen, desired what must not been desired. I am cursed. The deeds of my heart shall bring us to an end.

For how—how can I refuse to see her? How can I banish her from my thoughts? The night was created, above all, to praise her face in the moonlight. God’s plan was made to lead all men towards her insurmountable beauty. She is the beginning and the end, the path by which we all shall be saved. And still, she is indomitable as a tempest; her eyes mirror the power of lightning; her flesh awakens the dark pulses of my mind. O, Acacia, lovely Acacia, the tree that cannot be touched. Your name is full with my destiny. My days are full of reveries, my nights crowded with nightmares of you and me together in the meadows. Why, in the name of God, were you born to be my sister?

I must find a cure for this disease. I cannot disrupt the divine plan with these sinful fantasies. I shall seclude myself for the rest of my days. No one shall hear my name again, not beyond the walls of Blackmound Abbey. There I shall, in silent prayer, slay the demons that have tainted the mighty name of my kin. There I shall, in close communion with God, bring this horrible curse to an end.

domingo, 13 de junio de 2010

El Bosque del Silencio



A sus pies yacía un bloque de piedra, oculto tras una maraña de hiedra y hoja seca. En él estaba inscrito el antiguo nombre del bosque.


“Ya no hay quien vuelva a llamarlo así”, pensó la muchacha, envuelta en un extraño y sombrío recogimiento. De pronto, los cansinos rayos del sol vespertino se encogieron sobre sí mismos. El frío era el de una tarde de otoño, triste después de la lluvia. Y sin embargo el crepúsculo no había cambiado. El mundo de alrededor se dormía plácidamente en la calidez de la última hora del verano; pero allí, alrededor del claro, reinaba el mismo silencio que había arrebatado al bosque su antiguo nombre.


Una vez, hace mucho tiempo, vivía en el corazón de la floresta un ruiseñor cuya vida alimentaba los vetustos huesos de los árboles. Su canto despedía las hojas en otoño y despertaba los frutos en primavera; alzaba al fresco pimpollo sobre sus raíces, elevándolo sobre el tallo hasta la copa; preparaba el lecho del tronco enmohecido y hacía crecer la hierba entre los túmulos. Era la criatura más amada del bosque, si bien quizás la más pequeña, pero su corazón latía con fuerza y, a través de él, aquellos que la rodeaban podían seguir viviendo. No tenía, quizás, las portentosas alas del Águila Mistral, Señora de los Vientos del Sur, o el incansable de Tolqüensar, la Estrella del Norte, pero era otra de aquellos a quienes los mortales llamaban eternos. Ella misma era el corazón del bosque, el pulso a través del cual su espíritu perspiraba cada día. Su nombre era Valðëre, y quien poseyera el secreto de su música podría forjar un instrumento capaz de acabar con el sueño de los muertos.

Por aquellos días, un joven músico y artesano había llegado a la región. Había hecho, según se decía, un largo camino buscando la entrada al corazón de la floresta. Movido por los rumores y leyendas que se había tejido alrededor de ella, había concebido la extraordinaria idea de capturar al ruiseñor y matarlo, para así obtener el preciado don de su voz y utilizar su magia para encender los deseos de su corazón.

La búsqueda del artesano acabó una tarde de junio, cuando, con un paso que doblegaba la hierba y perturbaba el sueño de las raíces, entró en el claro donde Valðëre invocaba a Limanavara, la Blanca Doncella del Inverno. De este modo, aprovechándose del descuido de la criatura, el invasor subió hasta su sitial y le clavó una espina de cardo en el pecho. Entonces, con la muerte del pequeño ser, murió también el antiguo nombre del bosque.

Sin embargo, los árboles siguieron creciendo. Cada primavera trajo su verde y su afán. Las raíces siguieron alargándose, buscando el sueño bajo la tierra, y hubo siempre copas nuevas anhelando tocar el cielo; no se fueron ni aves, ni ardillas, ni las criaturas del día o la noche. Y sin embargo siempre faltaba algo. Quizás, una pequeña y dulce melodía, que nadie—solo uno—, supo alguna vez de donde vino. Por eso ahora lo llamaban el Bosque del Silencio. Aquellos que sobrevivieron a la partida de Valðëre nunca olvidaron que algo les había sido arrebatado.

martes, 8 de junio de 2010

Los Reinos Reunidos de Felipe Real


Hace unas semanas, mi compañero de armas y letras, Felipe Real, me dijo que se arriesgaría a incursionar en el mundo de los blogs. Fue una muy buena noticia. Él es un gran cultor de la fantasía y los relatos heroicos. Además, un lector muy entusiasta: verdadero conocedor del género de capa y espada. Ha leído muchísima literatura fantástica. Me complace decir que tiene una biblioteca y unos conocimientos muchos más amplios que los míos. ¡Qué honor y qué suerte tenerlo entre nosotros!

También es un escritor muy entusiasta. Tiene muchas ganas de meterse de lleno en le mundo de las historias que ambos adoramos. Reconozco en él un gran talento, una persona con muchos gustos e ideas afines. Estoy convencido que su contribución a la anémica literatura fantástica chilena (entendiendo fantástica con un claro sentido y sabor a "orejas largas") será inestimable.

En su blog, Reunited Kingdom, podrás encontrar fragmentos de su obra, The Shattered Lands. Un aspecto novedoso de su propuesta es que Felipe incorpora textos en tanto en inglés como en español. Será un buen ejercicio para los conocedores de la lengua inglesa, y un desafío para aquellos que quieran aprender. Así que ya saben. Todos invitados a descubrir a esta nueva lumbrera de la fantasía nacional.