Esa tarde no bajó a comer. Tampoco tocó si quiera el plato que la Juanita le dejó en su cómoda con medio vasito de bebida. Se hizo la dormida cuando su madre entró para ver como estaba. Tampoco bajó a tomar once, ni a ver tele ni a cenar. Si su vida tenía tan poca importancia para el resto de sus familiares, entonces quizás se la arreglarían sin ella después de todo. Nunca más volvería a salir de su habitación, ni si quiera para comer o ir al colegio. Aquel espacio era lo único que le bastaba para iniciar una nueva sociedad donde a los héroes y heroínas se los tratase con el respeto que mereciesen. Ella sería una reina benevolente que premiaría el esfuerzo y castigaría el fracaso. Nunca enviaría a la cama a un subordinado cuyo cometido hubiese sido llevado a cabo con éxito. No admitiría ni adultos ni hermanas mayores.
Durante el día siguiente siguió fiel a su promesa. No desayunó ni tampoco apareció en el comedor a la hora de la merienda. Cuando Magdalena subió a ver en qué estaba, le cerró la puerta en las narices y, para colmo de males, pasó pestillo y bloqueó la entrada con su caja de muñecas.
Su utopía funcionó perfectamente hasta que sintió los irrefrenables deseos de ir al baño.
Schmetterlinge, cap. VI "La Niña en la Encrucijada", p.42
3 comentarios:
Muy buen Mini-cuento.
Si cierto, perdona por no haberme fijado en que no era un mini cuento
Saludos
Ya te dí con anterioridad mi opinión sobre Schmetterlinge, asi que paso más que nada para que no pienses que me he olvidado de darme una vuelta por estos lados. Pero haciendo mención al fragmento, es común cuando uno es niño el creer que podemos chantajear a los adultos con comportamientos como el de Martina. Yo una vez me fui al patio y me desabrigue para así resfriarme y hacer sentir culpable a mi mamá...ninguna de las dos cosas resultó, XD
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