domingo, 18 de abril de 2010

El Disfraz

The Rose of Versaille, by Alhambra

El barbero tira la trenza con una fuerza desproporcionada. A continuación, estira la mano libre, a tientas, en busca de las tijeras. No las encuentra; toma en cambio un cuchillo carnicero, y empieza a cortar. Mientras tanto, la niña, sentada y de manos atadas a un frío sitial, trata de comerse sus sollozos. Si no puede conservar el oro acumulado en diecisiete años, al menos intentará conservar su dignidad.

—Es un buen trabajo—dice el rapabarbas, mientras se soba las manos, complacido. Sin embargo, hay un atisbo de recelo en su semblante, como si cuestionara secretamente lo que acaba de hacer. Antes de salir, hace una torpe reverencia frente a la joven. Después, desaparece en un pasillo penumbroso. Sus pasos se pierden en la oscuridad.

La joven piensa en su cabello y en el peine de plata con el que solía cepillarlo, noche a noche junto al fuego, para que estuviera liso y resplandeciera al sol. Entonces, recuerda a su madre y a su hermano mellizo, que murió en el frente defendiendo al Rey de un destino inevitable. Lentamente, se sabe devorada por la soledad.

Sin embargo, un nuevo rumor de pasos en el corredor irrumpe en sus pensamientos. Esta vez, se trata de una pareja. Uno de ellos es el canciller. Su canciller. Puede reconocerlo por el sonido de sus botas y por el olor que desprende su ropa a lo lejos. Entonces, por un momento, imagina que puede ser salvada. Cierra los ojos, como inundando su interior con una plegaria.

El joven dignatario entra en la habitación, pero su mirada es fría. Pasa de largo. La ignora. Se sienta en un taburete, a espaldas de ella, que al instante baja la cabeza y cierra los ojos. Acto seguido, un hombre delgado y de aspecto endeble hace su entrada en el calabozo. Trae consigo una pila de prendas de vestir envueltas en seda fina. Las deposita sobre una mesa, y espera a la palabra de su amo.

—Desátala—dice éste, con una voz seca, como cuarteada. La niña escucha. En su corazón hay un chispazo de esperanza. Siente, de pronto, que tras esa mirada glacial se esconde un plan para liberarla. Espera con un esbozo de sonrisa a que el recién llegado termine su tarea. Confía en que pronto podrá ponerse de pie, y ser libre. Su cabello volverá a crecer. Es sólo cuestión de que pasen los meses.

—Quítale la ropa—ordena entonces su supuesto salvador, derrumbando sus esperanzas. Está tan pasmada que no puede ni si quiera sentirse traicionada.

Ya no hay más que esperar, salvo lo peor.

—Pero señor…

—Quítale…la ropa.

El servidor asiente. Sus manos tiemblan. —Mi pobre niña… —intenta balbucear—. Cuando llegue la hora, acuérdate de mí.

Ella asiente, con comprensión y acogimiento, a pesar de todo. Sabe que al pobre hombre nada puede reprocharle. Sólo está siguiendo órdenes.

El sastre comienza a desabrochar la telaraña de cordones que mantienen el vestido de la princesa ceñido a su breve cintura. Avanza demasiado lento para la conformidad del canciller que, sin una sola mirada a la joven, le ordena que coja las tijeras y corte. De este modo, la muchacha queda rápidamente desnuda. Aguarda de pie. Tiene mucho frío, pero no tirita. Tiene mucho miedo, pero no tiembla. Cierra los ojos y piensa en su madre cepillando su el cabello junto al fuego.

—Vístela—dice entonces el canciller, girando sobre sus talones y desplazándose en dirección al corredor—. Y no te demores —añade, al oír que en los pisos superiores se congrega una muchedumbre—. La ceremonia comenzará dentro de cinco minutos…

El modista cubre los delgados y huesudos hombros con una camisa. Luego, los rellena con motas de algodón, para darles más consistencia y una forma apropiada. Repite lo mismo en brazos y piernas. Guardar las apariencias es lo más importante. Después, echa sobre la niña una ornamentada chaqueta, una capa con joyas engastadas, y le hace ceñirse unas botas altas, para disimular la flaqueza de las piernas. Termina coronándola con una profusa melena dorada, y con una incipiente barbilla, pálida como polvo de estrellas.

—Espero que la trasformación sea de su agrado, señor —dice el alfayate, alzando un espejo, para que la joven pueda verse de nuevo, por última vez, debajo de la terrible fachada—. Que viva el Rey —añade entonces el sirviente, temblando, mientras un ruido de trompetas resuena en las alturas. El muchacho asiente con pesar, adelantándose hacia su destino. Las voces no dejan de llamar su nombre.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusto, esta bastante bien, al principio pense que se trataba de una ejecucion ¿Esto de donde es? ¿Del destino de (Creo que es Ephyle) o de otra historia?

Y por cierto, a mi tambien me encanta Lady Oscar.

Anónimo dijo...

Es la traducción de una escena que estoy escribiendo para mi clase de escritura creativa en inglés ;)

(Cuando no sepas de dónde es algo, mira las etiquetas, porque eso siempre ayuda; en este caso, especifica claramente que se trata de un cuento)

De EDdE no he escrito absolutamente nada últimamente...aunque creo que ganas no me faltan.

Saludos!

Kareen dijo...

¡¡Por fin!! Tiempo que vengo calladita, esperando esto como si nada. Vi la foto de mi querida Oscar y casi llego a saltar, intuyendo lo que se venía. Creo que voy a tener que darle las gracias a Jake XD. ¿Y cómo te fue con las reacciones de eso? ¿O todavía no?

Javier Maldonado Quiroga dijo...

Yo pensaba que esto era tuyo! Menos mal que primero ley tu respuesta a fan de mampato. Me hiciste recordar los tiempos de Faeriephillia (no recuerdo exactamente como se escribía, :P) cuando subías hartos cuentos de tu autoría. En todo caso espero que pronto tengas tiempo para comenzar a trabajar nuevamente en EDdE. Y lo otro, por favor no tardes tanto en darme tu opinión de los capitulos que te envié...please, :P...que me generas ansiedad, XD

Anónimo dijo...

Lo mismo digo yo :)

Javier Maldonado Quiroga dijo...

Sorry, pero me acabo de dar cuenta que escribí "ley" en vez de "leí". Me disculpo por el error tan grosero, XD...fue un lapsus

Anónimo dijo...

Yo también había pensado que lo habías escrito tú. Mañana a comprar Schmetterlinge (Por fin xD).

Anónimo dijo...

¡pero si yo lo escribí! ¿Dónde leyeron que es de otro autor?

No entiendo ._.

Javier Maldonado Quiroga dijo...

Bueno, yo también me confundí cuando señalas que es "la traducción de una escena", pero ahora entiendo que te estás traduciendo a ti mismo, XD. Ahora que pongo más atención y hablas de tu clase de escritura creativa en ingles, me queda más claro. Es una escena muy interesante por lo demás.
En fin, todavía estoy esperando tu correo, :P, no te olvides, XD XD
Hablamos!

Kareen dijo...

¿Tú entiendes que estoy con ataque de risa con toda esta confusión de autoría, verdad? XD Cuando tengas tiempo mandame el original y no te olvides de lo de Chaucer, porfis.

Anónimo dijo...

Cosas que pasan por despistarse xD

Por otro lado, hoy (22/04) fui a la quéleo de Patio Bella Vista para encargar Schmetterlinge, así que me la tienen mañana a eso de las 6. Sé que podría haber ido directamente a comprarla a los locales que sí la tienen... pero aparte de perezoso soy terrible pollo, así que no sabría como orientarme para llegar, ni tampoco dedicaría mucho tiempo en hacerlo -.-

Anónimo dijo...

Ya la compré, en proceso de "lecturación" xD

Dejo mis impresiones por aquí cuando la termine. Saludos ^^