Comencé este blog hace más o menos un año, con el sueño de ver publicada mi primera novela. Hoy, ese sueño está cumplido; días atrás, tuve la oportunidad de entrar a la FILSA sin pagar entrada, de sentarme en el stand de mi editorial a la espera de simpatizar con algún comprador indeciso.
Pese a que no tuve la oportunidad de firmar muchos ejemplares, el objetivo se cumplió Estuve allí. Di el puntapié inicial a mi carrera de escritor y fue maravilloso. Martina Kemling hoy revolotea en la imaginación de unos cuarenta lectores. Y eso, aunque modesto, es fantástico. El Huevo Mundano fue, durante el corto tiempo de gestación de aquel milagro, la crisálida que albergó el sueño de esa niña soñadora.
Pero también fue mi Última Morada: una especie de mezcla entre Rivendel y los Puertos Grises. Aquí experimenté, crecí con las ideas y comentarios de mis pocos lectores, y me gané una pequeña cuota de respeto en el saturado mundo de los blogs. Aquí descubrí que el camino está en hacer una profunda reverencia frente a la tumba de Tolkien (tarea pendiente para mis, si Dios quiere, días de post-grado) y seguir marcando el paso hacia un nuevo lenguaje, una nueva visión de la fantasía, y un millar de historias.
Los que me conocen saben que tengo una obsesión radical por deshacerme de la tiranía de los lugares comunes.
Esa postura venía forjándose desde hace algunos años. Pero fue aquí, en mi crisálida personal, donde tomó su forma definitiva. El Huevo Mundano fue mi monomito, mi viaje heroico, mi búsqueda propia por un nombre verdadero. Por eso le rindo honores y me despido de él como se lo merece.
Mi partida del Huevo significa también una despedida de la fantasía heroica pura. Una vez, hace casi diez años, el género me inspiró para convertirme en lo que soy: un casi adulto joven, peludo, un poco gordo (aunque estoy a dieta), que se pasea por los recovecos de una literatura en lengua extraña, anhelando tener una cátedra universitaria y tiempo para escribir sus libros.
Sin embargo, el género hoy me satura, me aburre, me llena de insatisfacción, no porque sea pueril ni porque carezca de lo que hace a algo digno de ser leído. Todo lo contrario: si lo abandono, es para buscar más, para rendirle tributo y hacerla más grande, más hermosa e imaginativa.
Sin embargo, el género hoy me satura, me aburre, me llena de insatisfacción, no porque sea pueril ni porque carezca de lo que hace a algo digno de ser leído. Todo lo contrario: si lo abandono, es para buscar más, para rendirle tributo y hacerla más grande, más hermosa e imaginativa.
Mi partida del Huevo coincide con el hallazgo del steampunk como un nuevo lenguaje para comunicar mis ideas sobre lo fantástico. Seguiré hablando de hadas, dioses, elfos y dragones, pero envuelto en una densa nube de vapor saturado. Los últimos posts que dejo en ésta, vuestra humilde casa de descanso, marcan mi nuevo camino a seguir.
Los espero en http://mundosavapor.blogspot.com , mi nueva casa. Allí le daremos al Huevo la continuación que se merece. Un abrazo a todos,
EMILIO.